La psicopedagogía puede mejorar la calidad de vida en adultos mayores mediante estimulación cognitiva personalizada, respetando cada historia y tirando abajo prejuicios y mitos sobre la edad y el paso del tiempo.
Primera vez en un geriátrico
Hace varios años, en los inicios de la Residencia Meraqui, pude conocer a sus dueños. Al contarles que era psicopedagoga, me preguntaron si estaría dispuesta a trabajar allí. No conocían mi rol al detalle, así que me pidieron que les presentara un proyecto desarrollando mi rol. Lo hice, les gustó y comenzamos a trabajar en la residencia.
Nestor, mi primer maestro
Recuerdo especialmente a mi primer paciente, un abogado jubilado que me enseñaría mucho acerca de mi propio trabajo. Yo llegué por primera vez, recién recibida, con mis actividades y poca experiencia de campo. Sin ese equilibrio entre formación y práctica, ya que los conceptos académicos de la psicopedagogía se vuelven oficio y habilidades solo al momento de enfrentar el desafío del trabajo en un geriátrico de alta complejidad.
Néstor era su nombre y esa vez él se enojó cuando le presenté las actividades, principalmente porque le parecieron infantilizadas, algo que no hubiera imaginado mientras las armaba. Ahí descubrí lo difícil que es encontrar material cognitivo adecuado para adultos mayores. Desde aquel día me propuse tratar de no infantilizar: fui aprendiendo a planificar las actividades partiendo de los intereses personales, la historia de vida y la singularidad de cada persona, principios fundamentales de la Psicopedagogía Gerontológica.
A Nestor le interesaba, por ejemplo, la actualidad política. Así que fuimos trabajando con ejercicios de fortalecimiento de la memoria relacionando presidencias con distintos momentos de la historia política nacional. Así comenzamos con el objetivo de que ejercitara sus funciones cognitivas de manera significativa con un tema que lo motivara de verdad. Gracias a escuchar a mi paciente pude redescubrir el objetivo que me habían propuesto en Kelluwen: brindar a cada residente la mejor atención y cuidado posible, adaptando mis tareas a sus necesidades individuales.
Vocación de Psicopedagóga Gerontológica
Supe que mi vocación era acompañar y ayudar a las personas y hoy puedo ejercer mi profesión en un espacio cálido y tranquilo donde abrazamos la edad y valoramos el aprendizaje a lo largo de toda la vida. Un espacio donde busco, pienso y planifico siempre algo distinto, incluso en desafíos como cuando un paciente de más de 80 años arranca a usar una computadora o una tablet por primera vez.
La Psicopedagogía en adultos mayores nos recuerda que el aprendizaje no es cosa de edad, que siempre es posible estimular, resignificar y construir nuevas experiencias en torno al funcionamiento cognitivo. Mi prioridad mientras acompaño a cada persona es lograr que puedan alcanzar una mejor calidad de vida, fomentando el bienestar y la creatividad; respetando sus intereses y su historia.
Pero me pregunto: ¿por qué tantas personas mayores sufren de soledad no deseada hoy en día? ¿Por qué está gente sigue siendo invisibilizada por una mirada viejista que exalta a la juventud y estigmatiza la vejez? ¿Acaso, si sos viejo o vieja, ya no tenés nada útil para esa sociedad?
¡Basta! Envejezcamos aprendiendo. Seamos viejos con orgullo.
¿Qué pasa cuando le sacamos mejor el dramatismo a la palabra vejez? A quién lea esto le pregunto: ¿Cómo te sentís con el envejecimiento?
En el próximo artículo
Vamos a conversar sobre las funciones cognitivas. Cuáles son, cómo nos definen y cómo las trabajamos en nuestros los hogares geriátricos.
- Texto Original: Romina Schroeder
- Edición y diseño: David Busto Zoni



